Friday, June 29, 2007

Los Que Oyen Son Amigos De Dios

Para enseñar cómo el chisme trabaja, un profesor recolectó a sus estudiantes en un círculo. Él dio al primer estudiante un pedazo de papel con una frase escrita en ella. El estudiante debía leerla suavemente al estudiante siguiente. Este proceso fue repetido por cada estudiante, hasta que el papel alcanzó al ultimo estudiante, que entonces leería la frase hacia para todos. Todos los estudiantes dichos, “pero por supuesto, todo lo que lo hicimos fue leer el papel.” El profesor entonces dijo, “Pues, bien hagámosla sin el papel.” El profesor dijo una frase al primer estudiante, que procedió a repetirla al estudiante siguiente, hasta que alcanzó al ultimo estudiante que lo diría lo que él oyó para todos escuchar. Todos los estudiantes se rieron ruidosamente. Todo dijeron “No es nada similar a lo que oí.” ¿Por qué la diferencia en resultado entre los dos ejercicios? La respuesta es que uno fue escrito y no era el otro. La transmisión oral de información va a ser transformada en la medida que la gente no oiga bien y/o reinterpreta lo que es dicho.

Abraham vivió mucho antes de que la Biblia fuera escrita. De hecho el primer escritor en la Biblia descendió de él. Moisés era un Levita de la tribu de Leví, uno de los hijos de Jacob. Jacob era nieto de Abraham. Abraham aprendió todas las cosas referentes a la salvación, de la boca de Dios. Abraham hablo con Dios cara a cara. Abraham habló directamente a Dios. Abraham oyó la voz audible de Dios, y la mantuvo en su corazón, como un tesoro. La Biblia dice que “…Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia” (Gálatas 3:6).

Así pues, Abraham es transformado en el padre de los fieles más de 400 años antes de que existiese un expediente escrito de la palabra de Dios. Si Dios y su salvación son iguales hoy y ayer, entonces, salvaron a Abraham sin la Biblia. Entonces debemos preguntarnos, ¿por qué necesitamos la Biblia? Una cosa a considerar es que aunque Abraham no tenía la Biblia, él tenía la palabra de Dios. ¿Ahora, si discrepamos tanto con algo en la escritura, entonces imagínense, cómo estaríamos si no hubiera un expediente escrito? La palabra escrita es algo al cual nos podemos referir para confirmar que lo qué pensábamos que estaba dicho es lo que de hecho se ha dicho.

Sin embargo, la Biblia es más que apenas una herramienta de confirmación. La Biblia es la palabra de Dios inspirada - “respirada”. Es como si viniera de Su boca. Y, Jesús dijo, que “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4.). Dios exhala Su Palabra, y nosotros alternadamente inhalamos. La Biblia es una extensión de la boca del dios, un interfaz. La Biblia no substituye a Dios. Por el contrario trae a dios más cercano a nosotros.

La Hermana White trata este tema, leamos,

“Las escrituras deben ser recibidas como la palabra de Dios para nosotros, no escrita simplemente, sino hablada … En ellas Él nos está hablando individualmente, hablando como directamente como si podríamos escuchar su voz… recibida, asimilada, ellas son la fuerza del carácter, inspiración y el sostén de la vida.
{El ministerio de Curación, 122 - 3}

No es ninguna maravilla que Pablo dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Al leer la palabra, es como si fuésemos Abrahán, y lo que leemos son las palabras de Dios habladas a nosotros. Si como Abraham nosotros creemos la Palabra y la atesoramos en nuestros corazones, nuestra “creencia” - tal como Abrahán - sería contada como justicia. También, seríamos uno de los Hijos de fe de Abraham y uno de los amigos de Dios. No hay mayor honor que eso.