Elkana, era un Levita, que moraba en Ramah, en el montaje Efraín. Él
era una persona de abundancia y de influencia, un buen marido, y un
hombre que temía y reverenciaba a Dios. Él era el padre de Samuel.
Debido a irregularidades en los servicios del santuario en Shiloh, sus
servicios no fueron requeridos en el santuario, con todo, como muchos
otros Levitas durante el período de los jueces (Jueces 17:8, 9),
Elkana iba como un Israelita común con sus propios sacrificios a
animar a sus vecinos y a darles un buen ejemplo. Aunque él vivía en
medio de un ambiente malvado, su espiritualidad estaba evidentemente
en un alto nivel. Elkana era fiel en su adoración y en el
ofrecimiento de sus sacrificios.
Ana fue la primera esposa de Elkana. El amor de Elkana para Ana era
profundo y no cambiante, aun así una nube oscura sombreó su felicidad
doméstica. El hogar no fue hecho alegre con la voz de los niños. El
deseo fuerte de perpetuar su nombre condujo al marido, como había
conducido a muchos otros, a adoptar un curso que Dios no sancionó --
el de introducir en la familia a una segunda esposa, subordinada a la
primera. En fin, cuando ella no produjo descendientes, él tomó a otra
esposa. Este movimiento no trajo la felicidad esperada. Este acto
fue incitado por una carencia de fe en Dios, y fue atendido con
resultados malvados. La paz de la familia hasta ahora unida y
armoniosa estaba quebrada. Agregaron hijos e hijas a la casa; pero la
alegría y la belleza de la institución sagrada de Dios habían sido
estropeadas y la paz de la familia estaba quebrada. Penina, la nueva
esposa, era celosa y ¿, y ella se movía con orgullo e insolencia.
Sobre Ana cayó el soplo del peso machacante, y la esperanza parecía
machacada y su vida una carga agobiadamente. Toda la felicidad
parecía ser barrida por siempre lejos de su vida. Ella cargo sus penas
sin quejarse, aun cuando su pena aguda y amarga.
Apenas porque algo es común o aceptado no lo hace bien. La bigamia
era una práctica común en el tiempo de Elkana. Sin embargo, era una
práctica que Dios prohibió (Génesis 2:18 - 24; Mal 2:14, 15). Algo
que Elkana debe haber sabido. Mientras que Dios no lanzo un relámpago
a Elkana cuando él tomó Penina como esposa, él permitió que Elkana
sufriera las consecuencias de su pecado, y ver cómo también afectó a
otros en su círculo. La bigamia de Elkana deslustró su expediente y
marchitó la felicidad de cada uno en su casa.
La bigamia - o poligamia - no se acepta comúnmente en la sociedad
occidental. De hecho, en muchos países occidentales está es contra la
ley. Pero eso no ha detenido a hombres - y mujeres - de perseguir
relaciones ilícitas fuera de la unión. Muchos de éstos son profesos
cristianos que, como Elkana, van a la iglesia cada Sábado (o domingo).
Son fieles en sus diezmos y ofrendas. Y, participan fielmente en
los programas de la iglesia. Sus razones pueden variar, pero de
manera egoísta buscan satisfacer deseos pecaminosos que su esposa no
puede o quiere satisfacer. Las consecuencias son desastrosas. Se
traicionan las confianzas, las relaciones rotas, familias partidas
aparte; fuerzan a los amigos y a los asociados tomar lados. Esto
alternadamente debilita a nuestras instituciones. Más importante,
esta práctica - como todo pecado – impulsan a los que lo practican y a
los que son afectadas por ella a alejarse de dios.
La fidelidad en algunos aspectos de la vida no expía para el
alejamiento de la instrucción de Dios en otros detalles. El
cristianismo no es un sistema de puntos. No se basa en una cuenta de
sus hechos en el final de su vida, y si lo bueno es supera lo malo
entonces se salvan. Cristo mismo lo dijo, "Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mateo
16:24). Pablo lo dijo en estas palabras, "Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y
se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20). El cristianismo es una
caminata diaria y de momento a momento con Cristo. El cristianismo
es una caminata constante de rendirse al Espíritu Santo de Dios quien
mora en nosotros. "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1 Corintios 3:16). "Y yo rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre:" Juan 14:16. "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien
el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho." (Juan 14:26). Mientras que el
cristianismo verdadero es enemistad con el mundo, el negociar con el
mundo no trae la paz que tentación la promete. El cristianismo
requiere dejar ir de mi voluntad, y de mantener la voluntad de Dios.
Y hacemos esto no por favorecer a Dios, pero por gratitud por todo lo
que Él ha hecho por nosotros. Podemos hacer solamente esto con la
ayuda del Espíritu Santo.
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Raul Diaz
www.wolfsoath.com