Friday, August 03, 2007

Solamente una advertencia

Un hombre, conocido como el Sr. X, recibió un sobre manilla pequeño. Él era un asesino a sueldo. En el sobre había un retrato del hombre que debía ser su blanco, el Sr. Waters. También en el sobre, estaban los papeles que detallaban la información sobre Sr. Waters, incluyendo su itinerario. Al final del itinerario, había una sugerencia de lugar y hora para el atentado. Un sobre más pequeño tenía una suma de dinero, y una tarjeta con una oración escrita en ella. La frase decía, “No dispares a matar.” El Sr. X pensó que era raro, pero acepto el desafío. En la hora y lugar acordado, El Sr. X le disparo al Sr. Waters. La bala no dio al Sr. Waters, pero dio tan cerca que no había ningún malentendido de que fuese un atentado contra la vida del Sr. Waters. Después del incidente, el Sr. Waters estaba temblando, y mirando hacia cualquier sonido que él oyera. Con una voz inestable, él dijo a algunos de sus asociados cómo su vida fue salvada, porque el tirador había fallado. Repentinamente, el teléfono sonó y una voz grave se escucho, “El asesino fallo a propósito. La próxima vez no fallara. Esta vez era solamente una advertencia.” Mientras que Dios nunca nos obliga a hacer nada, Él advierte cuando nos estamos saliendo de Su voluntad.

Cuando leemos a Éxodos 4:24 - 26 entendemos que el Señor deseó advertir a Moisés. Leamos el pasaje,

24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.
25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.
26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.

En el libro Patriarcas y Profetas, la hermana White expone acerca de este incidente. Ella dice que el incidente fue como una advertencia alarmante y terrible. Leamos lo que ella dijo,

“Mientras se alejaba de Madián, Moisés tuvo una terrible y sorprendente manifestación del desagrado del Señor. Se le apareció un ángel en forma amenazadora, como si fuera a destruirle inmediatamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que había desdeñado uno de los requerimientos de Dios, y cediendo a la persuasión de su esposa, había dejado de cumplir el rito de la circuncisión en su hijo menor. No había cumplido con la condición que podía dar a su hijo el derecho a recibir las bendiciones del pacto de Dios con Israel, y tal descuido de parte del jefe elegido no podía menos que menoscabar ante el pueblo la fuerza de los preceptos divinos. Séfora, temiendo que su esposo fuese muerto, realizó ella misma el rito, y entonces el ángel permitió a Moisés continuar la marcha. En su misión ante Faraón, Moisés iba a exponerse a un gran peligro; su vida podría conservarse sólo mediante la protección de los santos ángeles. Pero no estaría seguro mientras tuviera un deber conocido sin cumplir, pues los ángeles de Dios no podrían escudarle. En el tiempo de la angustia que vendrá inmediatamente antes de la venida de Cristo, los justos serán resguardados por el ministerio de los santos ángeles; pero no habrá seguridad para el transgresor de la ley de Dios. Los ángeles no podrán entonces proteger a los que estén menospreciando uno de los preceptos divinos.” Pág. 261

Así pues, el Señor en su misericordia decidió advertir a Moisés, y no destruirlo. El ángel habría podido matar a Moisés si ésa era la voluntad de Dios. Pero, Dios no quiere que nadie fallezca (2 Pedro 3:9). Él desea que nos arrepintamos. Dios quisiera que nos demos vuelta hacia Él y que nos diéramos enteramente Él. Él quisiera que estuviésemos casados con Él. Hay una relación entre las bodas y la circuncisión.

Según la lección de esta semana,

“Varios pueblos del antiguo Cercano Oriente practicaban la circuncisión. De modo que no era una costumbre nueva la que Dios inventó para su pueblo. Solo le dio un nuevo significado. Para muchos era una señal de casamiento, realizada cuando un hombre se casaba, pero Dios la usó como una señal de su vínculo especial con su pueblo escogido.”

Consideremos esta práctica un poco más cerca. Un hombre se quita el prepucio de su pene cuando él está por casarse con una mujer. Cuando tienen sexo y se convierten en uno, su pene será cubierto por la vagina de su esposa. Cuando nuestros corazones están circuncidados se quita el prepucio de la autosuficiencia, y Dios lo cubre con su justicia. En este momento seremos uno con Dios y casados con Cristo.

Esta historia nos deja saber que Dios es particular sobre los detalles. Lo qué a menudo consideramos trivial y sin sentido, Dios puede considerarlo la ofensa más grande. Muchas veces no es la acción, sino el espíritu con el cual hacemos lo que lo hacemos. Puede ser rebelión o presunción. Él nos ama, y porque Él nos ama Él nos advierte a menudo con reprimendas. Hebreos 12:6 dice, “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” No hay excepciones. Dios nos ama todos, y somos todos sus hijos. Todos nosotros pasamos por pruebas y tribulaciones. Dios las permite para su propósito: para traernos tan cerca de Él, que nos hacemos (y permanecemos) unos con Él. Mientras mas prestamos atención a Dios y sus advertencias más nuestros corazones son circuncidados y cubiertos con su justicia. Sin embargo, es importante observar, que 1) es Dios quien envía o permite las advertencias, 2) Él es también quien circuncisa nuestros corazones, y por ultimo, 3) es Dios quien cubre nuestros corazones con su Justicia. Resistir la labor de Dios en nosotros puede venir de dos maneras: 1) “No lo deseo o no lo quiero,” o 2) “lo quiero, pero deseo hacerlo yo mismo.” De cualquier manera terminan con los mismos resultados: un corazón que se cubre con autosuficiencia y no la justicia de Cristo. Sin la justicia de Cristo cubriendo nuestros corazones nos excluimos del cielo y de la vida eterna.

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