Lo Común Y Lo Simple
La Sección del maestro de de nuestra lección hace la siguiente declaración:
En 1972, el periodista David Halberstam publicó "The Best and the Brightest" [Los mejores y los más brillantes], un libro sobre el plan de acción de los arquitectos de la política de los Estados Unidos en Vietnam, a principios de la década de 1960. El título del libro se refería a que estas personas habían recibido la mejor educación en las mejores universidades; y la mayoría había alcanzado éxitos y triunfos notables en los negocios, en el Gobierno y en el ambiente académico antes de su participación en la estrategia inicial en Vietnam. ¿Por qué, entonces, preguntaba Halberstam, las estrategias que formularon y pusieron en práctica demostraron ser tan desastrosas?
Si uno mira la historia bíblica, Dios raramente elige a "los mejores y los más brillantes", y cuando éstos tropiezan, muestran que no eran ni muy brillantes ni muy buenos, después de todo. Como ejemplo tenemos al rey Saúl, a Judas y a Salomón. Los mejores siervos de Dios no comenzaron tan bien. Moisés cometió un asesinato en un impulso, huyó al desierto y trató de eludir su misión. Jonás huyó en la dirección opuesta para evitar confrontarse con su propio temor e intolerancia. Pablo fue un perseguidor y un instigador de violencia popular. El Rey David fue un pastor. El profeta Amos fue un agricultor. Muchos de los apóstoles eran pescadores. No fueron los mejores y más brillantes. Eran gente común y simple.
¿Fue Aarón diferente? Muy probablemente el fue un esclavo egipcio al igual que el resto de los israelitas. Aarón recibió muchos privilegios y dones de Dios. Aarón Estuvo con Moisés desde el mismo comienzo (Éxo. 4:27-30); fue el portavoz de Moisés ante Faraón (Éxo. 7:1); su vara se convirtió en serpiente, delante de Faraón (vers. 10); las aguas que se volvieron sangre mediante el golpe de su vara (vers. 20); y fue parte de un selecto grupo que pudo acercarse a Dios de manera muy especial (Éxo. 24:9, 10). En resumen, Aarón recibió muchos privilegios y, no obstante, cuando vino una prueba grande, falló miserablemente.
Leamos la historia,
Éxodo 32
1 VIENDO el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.
3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;
4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.
6 Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.
Sin embargo, Dios no solo le perdonó a Aarón su pecado, sino también le permitió vestir las vestiduras sagradas como el primer sumo sacerdote, un tipo del ministerio sumo sacerdotal de Jesús mismo (Hebreos 8:1). Aunque Aarón fue culpable de un gran pecado, también recibió la gracia redentora de Dios, gracia tan grande que no solo lo perdonó sino también le permitió asumir un oficio sagrado que tiene que ver con la gracia, la misericordia y el perdón de Dios. Así, la vida de Aarón es un ejemplo especial de la misericordia y la redención disponibles para todos en Cristo. Pero, ahora Aarón podría simpatizar con otros que como él no eran la mejor ni lo más brillante y que pecarían como él lo hizo.
Nosotros somos escogidos por Dios también. Ninguno de nosotros es "el mejor y el más brillante" y, si lo somos, es porque las normas son muy bajas. El sacerdocio real de Dios está compuesto por pecadores arrepentidos que notan su necesidad de las vestiduras de la gracia y la justicia de Cristo.
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Raul Diaz
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