Friday, July 27, 2012

Me He Caído y No Puedo Levantarme!


Me He caído y no puedo levantarme!
A finales de los  ochenta y principios de los noventa había una empresa llamada LifeCall con un sistema en el que los suscriptores, en su mayoría ancianos y personas con incapacidad, recibiría un pendiente que, cuando se activa, permitiría que el usuario hable a un dispositivo receptor de audio y hablar directamente con un servicio de despacho, sin necesidad de llegar a un teléfono.  El despachador enviaría ayuda.  En 1989, LifeCall comenzó a producir anuncios que contenía una escena donde una anciana, identificada por un despachador como "Sra. Fletcher", utiliza esta pendiente de alerta médica después de haberse caído en el baño.  Después de la caída, la Sra. Fletcher habla la frase "me he caído, y no puedo levantarme!" después de que el distribuidor le informa que está enviando ayuda. Muchos de ustedes recordarán esa frase. Mientras que la frase era objeto de mucho humor, cuando tomamos el comercial en su valor nominal, retrata una situación peligrosa para un anciano, con quizás nefastas consecuencias: un anciano incapacitado repentinamente en su casa, no se puede obtener ayuda, tal vez de horas o incluso días.
Espiritualmente somos todos la Sra. Fletcher, estamos caídos en el pecado y no podemos levantarnos de por nosotros mismos. Dios, en esta escena, es LifeCall. Podemos llamarlo a  él. Él enviará "alguien" para ayudar a levantarnos.  De acuerdo a la sección del maestro de nuestra lección este proceso de levantarnos está fuertemente relacionado con gracia. La palabra gracia, como se usa en la Biblia, que es cómo la entiende Pablo, proviene de un verbo hebreo que significa literalmente "doblarse hacia abajo.” Esta palabra transmite la idea de una persona que se agacha para ayudar a alguien a levantarse que  se ha caído y no puede levantarse a sí mismo. De este concepto, la palabra gracia vino a significar el acto de extender favor o amabilidad a otra persona y a menudo a alguien que no la merece. En el antiguo Testamento, como en Epístolas de Pablo, Dios es el que normalmente se describe como extendiendo la gracia.
En su valor nominal vemos el acto de amabilidad y creemos que fue un acto muy agradable que esa persona hizo. Nos centramos en la compasión. Por lo tanto, para nosotros se convierte en misericordia. Pero ignoramos el acto y la persona que recibe la ayuda. ¿Qué hizo la persona? La persona que ayudó al otro a levantarse dio a la persona caída lo que necesitaban para levantarse. Pensémoslo, la persona caída pidió ayuda porque no pudo levantarse.  La persona ayudando dio a la persona lo que necesitaban para hacerlo.  Esto es el resultado de la gracia.  Cuando la persona A es movido por  compasión o misericordia’ la persona A le da a la persona B lo qué le falta persona B para completar la tarea, aun si no se lo merecen. Persona A dio la persona B el poder para completar la tarea.
La historia más cercana que puedo recordar en la Biblia de alguien caerse es cuando Pedro se hundió en el agua.  El vio a Jesús caminando sobre el agua y le preguntó a Jesús,
Mateo 14:28-32
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo !Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Pedro reconoció su necesidad, e inmediatamente pidió ayuda. Así, cuando el Señor adelante extendió su mano para agarrar a Pedro, el Señor tuvo compasión de Pedro y dio a Pedro lo que carecía para no hundirse en el agua. Pedro permitió al Señor que lo halara fuera del agua.  Pedro recibió la gracia de Dios.  Ahora, esto es sólo una metáfora de nuestras vidas. Estamos todos en el agua de la vida hundidos tratando de mantenerse a flote lo mejor posible. Dios tiene compasión de nosotros y nos envía a su Hijo –  nuestro salva vida espiritual - a rescatarnos.  Escuchamos la llamada, "Estás hundido o por hundirte, pero te puedo salvar, déjame agarrarte para salvarte". ¿Le permitiremos? Todos estamos caídos en el pecado y no importa lo duro que tratamos, nunca podremos salir de él.  Nacimos en pecado y fuimos concebidos en mi iniquidad. No fue algo que elegimos. Los Tesalonicenses  escucharon esta advertencia y la buena noticia. Se dieron cuenta de su verdadera condición y que no había nada podrían hacer para arreglarlo, por  confiaron en Dios para hacerlo.

Como ves, nuestro mayor problema no es que nos estamos caídos. Nuestro mayor problema es que estamos en negación acerca de ello. Aunque Dios ejecuto Su sentencia  a naciones paganas e impías, su reprimenda mayor fue a Israel y  Judá porque eligieron seguir la practica de los cultos paganos. Las reprimendas mayores de Cristo fueron a los judíos, y  la mayoría de sus elogios a Gentiles que ejercitaban la fe. Y, estamos siguiendo los mismos pasos de Judá e Israel.  Es por esto qué Dios es tan disgustado con nosotros. Dios nos describe en Apocalipsis 3: 17 – 18,

 Apocalipsis 3:17-18
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Dios nos da a través de la gracia, lo que nos falta, para traernos a él. Él anhela nuestra respuesta. Sin embargo, le decimos "tengo necesidad de nada," mientras estamos caídos en el suelo o hundidos en el agua. Cristo dijo a Nicodemo que, "... Esto es la condena, que se ilumina al mundo, y hombres amados oscuridad en lugar de luz, porque sus actos estaban malas” (Juan 3:19). Nuestro mayor problema es que rechazamos la gracia de Dios.  Nos negamos a dejarlo a que nos levante.