Friday, January 27, 2006

La Fe de un niño

El pequeño Antonio creció en el campo. Cuando él tenia cerca de ocho o nueve años, él y su padre Juan, fueron a trabajar en una finca que era alrededor de una hora de lejos caminando de del hogar. Al llegar a la finca, el padre de Antonio clamó, "no puedo encontrar la herramienta principal que me prepuse utilizar, y no deseo perder este día. Voy a tener que volver a la casa y conseguir la herramienta." Realizando que la herramienta estaba de hecho en la casa, Juan resolvió ir rápidamente. Él no tomaría a Antonio con él, pues la distancia era demasiado grande, y Antonio lo retardaría para regresar. Además, Juan razonó, "la casa de campo es segura, no hay nada el interior que podría hacerle daño a Antonio, y lo encubrirá de cualquier curioso." Explicando a Antonio lo que él estaba a punto de hacer, Juan aseguró a su hijo que él regresaría en aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos. Al llegar a casa, Juan mirando en la cobertizo donde guarda las herramientas, pero la herramienta no estaba allí. Frustrado, él miro en el patio, en el garaje y finalmente en la casa. Al final él la encontró, y precisó para volver a la finca. Mientras tanto, Antonio se preguntaba qué sucedió con su papá, "ciertamente que parece como un rato largo que mi papá se fue - espero que él regrese pronto," él pensó. Pero a pesar de estos pensamientos, Antonio no llegó a estar ansioso, ni se preocupó. Él simplemente se mantuvo divertido en la casa de campo. Un tiempo mas tarde, cerca de tres horas, Antonio finalmente vio a su papá caminar hacia la casa de campo, y llamando su nombre, "Antonio, Antonio, estoy de vuelta." Antonio corrió a la puerta para encontrarse con su papá. Feliz de que su hijo estaba bien, Juan se disculpó por su retraso, y pregunto, "¿estaba bien mientras me no estaba yo?" A lo Qué Antonio contestó tranquilamente, "sí, papá, ¿porqué preguntas?" Juan contestó, "me preocupaba que hubieses pensado que te dejé." Mirando a su papá, Antonio contestó con una mirada desconcertada, "Papá, usted dijo que usted regresaría y yo le creí; porqué me habría preocupado?" Cautivado por la confianza implícita de Antonio en él, Juan se sonrió, y estrechando sus brazos, desaliño el pelo de Antonio, y dijo, "Ven Antonio, vamos a trabajar, tenemos mucho que hacer, y estamos atrasados." Esa noche Juan reflexionó en las palabras de su hijo, y él pensó, "Antonio creyó que yo regresaría esta mañana, simplemente porque yo se lo dije -- qué confianza implícita; Señor, ¿confió en Ti tanto como Antonio confía en mi?" "¿Es esto lo qué significa cuando dices que debemos tener la Fe de un pequeño niño?" Y la pregunta viene tan a nosotros: ¿Confiamos en Dios implícitamente, como el niño – Antonio-- confió en su papá?

¿Hablando Bíblicamente, que es la Fe de un niño? Es confianza implícita y creencia en Jesús y Su Palabra. Y implícito significa: no tener ningunas dudas o reservaciones; Sin cuestionar. Este tipo de Fe no es una confianza fría y calculadora, que intelectualmente acepta que un sistema de hechos es verdad. Pues la Fe aunque implica creencia intelectual, es en el mejor de los casos, una cuestión del corazón. El corazón debe primero ablandarse para creer. Usted ve, en nuestra historia, Antonio creyó implícitamente las palabras de su papá a él, precisamente porque su papá había guardado siempre su palabra. La confianza es por lo tanto una parte importante de Fe. Confíe en que la persona que le ha prometido esto o que tiene buenas intenciones, y en este caso Dios, hará excesivamente, y abundante sobretodo lo que usted podría pedir o pensar.

La confianza y la creencia sin reservas en Cristo y Su Palabra crecen mientras que se utiliza en las decisiones pequeñas que hacemos diariamente. Estimulada al oir la Palabra de Dios, la mente es limpiada del egoísmo, y de estar preocupado por si mismo en la cuál esta cubierta continuamente. Así, limpiada de las impurezas, la mente es permitida -- por el poder que fluye del Espíritu Santo de esta, el discernir al bien del mal, y el camino estrecho del camino amplio que conduce a la destrucción. Según el capítulo 11 de hebreos, Pablo dice que la Fe es no tan solo el medio de ver lo que no es visto, sino también el medio de experimentar las cosas por las que se tiene esperanza. ¿Pues si un hombre no tiene esperanza, entonces por qué él espera? Obviamente entonces, la esperanza y el esperar son también parte del viaje de la Fe. La mente que no es como un niño -- la mente codiciosa, e impaciente -- no esta contenta de esperar, élla quiere el objeto de su deseo inmediatamente, y hará lo que está dentro de su poder de obtener la cosa codiciada.

El mirar a Jesús es un remedio tan simple, que lo pasamos en favor de medios más sofisticados. Después de todo, quién de nosotros desea mirar hacia la cruz bronceada para ver la serpiente de bronce colgar allí -- pero si confiamos implícitamente en Él, miraremos y viviremos. Sí, la Fe es necesaria creer que la cosa, que los seres humanos no podríamos hacer posiblemente, Dios la ha hecho ya. El confiar implícitamente en el Salvador no solamente para la salvación de la maldición del pecado, pero del pecado en sí mismo, despierta dentro del corazón la gratitud y la alegría del creyente. Para tal creyente, no hay reservación cuidadosamente ocultada del corazón, ninguna racionalización alejando la Palabra, ni ningún pecado consciente.

Jesús describe su reino integrado por tales creyentes como esto. Óigalo en Marcos 10:13-15:

Marcos 10:13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.
Marcos 10:14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Marcos 10:15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.


En su estancia aquí en la tierra, Jesús mismo confiaba en Su Padre implícitamente. Temprano en la mañana Él sometía voluntad a la del Padre, y sin dudar Él precisó ser dirigido por la voluntad del Padre. Incluso en la cruz Cristo confió en Su Padre implícitamente. Podemos ver en el escritura que aunque Él vio a su padre alejarse de Él, aunque Él se sentía abandonado y gritando, "... clamó a gran voz... Elí, Elí, ¿lama sabactani?” es decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46), con todo Él todavía confiaba en su Padre. Pues pronto después de eso, "... Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” (Lucas 23:46). ¿Cómo podría ser que Jesús encmendó su Espíritu a quién lo abandonó? La hermana White contesta a esta pregunta en el Deseado de todas las gented –

Entre las terribles tinieblas, aparentemente abandonado de Dios, Cristo
había apurado las últimas heces de la copa de la desgracia humana. En
esas terribles horas había confiado en la evidencia que antes recibiera
de que era aceptado de su Padre. Conocía el carácter de su Padre;
comprendía su justicia, su misericordia y su gran amor. Por la fe,
confió en Aquel a quien había sido siempre su placer obedecer. Y
mientras, sumiso, se confiaba a Dios, desapareció la sensación de haber
perdido el favor de su Padre. Por la fe, Cristo venció.
(Deseado de todas las gentes, de la página 705.)

La Fe de pequeñuelo, que permitió a Cristo sobrepasar las pruebas de sus 33 años, peden ser nuestras si la pedimos. Al permitir que la Palabra ablande nuestros corazones, para limpiar nuestras mentes y para renovar nuestras almas, el Espíritu Santo reina libremente dentro de nosotros, y la Fe de Jesús se convierte en nuestra Fe. Unido con Dios, nuestras circunstancias y pruebas particulares son no ya más nuestro enfoque. Cómo nos sentimos, y lo qué otros piensan de nosotros llegan a ser secundarios a la palabra de Dios en la cual nos sumergimos. Era hábito de Cristo levantarse temprano en el día, sumergirse en la presencia del Padre. Por la mañana temprano, nuestro Padre está llamando nuestros nombres para venir en su presencia. Ésta fue la manera de Cristo habitar en Dios. ¿Será la tuya también?

Friday, January 13, 2006

Hablando los cinco idiomas del amor

Un anfitrión de un programa de la radio contó esta historia: "Un día mientras estaba fuera de casa, mi esposa llamó para decirme que necesitáramos leche. Una vez en la tienda de viveres, pensé en los muchos otros artículos que no teníamos, y los compré. Asombrosamente, mi esposa estaba extática cuando volví a casa con los productos que compré. Ella me elogio tanto, que me hizo sentir como un superhéroe. En vista de esa experiencia, pensé en otras cosas que podría hacer para recibir una respuesta similar de ella. Después de pensar un rato largo, una idea brillante vino a mi mente. Pensé, ‘Ey, le compraré un sistema de audio -- ella siempre ha deseado uno, así ella estará muy feliz; La instalaré mismo, así que no nos costará nada, y lo pegare al estante de la pared así que no estorbara; ella tendrá gusto de eso.’ Puesto que era Navidad, decidí hacer esto su regalo de Navidad. Realmente me excite mientras que me imaginaba cómo de feliz y amante ella sería porque yo hice esto para ella. Con ese cuadro en mente, podría esperar apenas para sorprenderla. Cuando llegó el día de Navidad finalmente, me desperté temprano, y baje silenciosamente para instalar rápidamente el sistema. Me tomó una hora, pero mi esposa tiene gusto de dormir tarde el mañana de Navidad. ¡Por fin termine! Llamando a mi esposa abajo, le pedí que ella cerrara los ojos, y que viniera conmigo a la sala en donde su regalo esperaba. Me excitaba la anticipación de su reacción. Abriendo los ojos conforme a mi petición, ella echó un vistazo en al sistema de audio, mirándome, me dijo, ‘¿Qué es esto?’ Estaba un poco sorprendido con su pregunta, y contesté que era su regalo de Navidad. Le dije que yo había comprado el estante para ella hace un tiempo, junto con sistema de audio, y que lo había instalado yo mismo. Le pregunté lo que ella pensaba, y con una sonrisa forzada, ella me miro, y contestó apropiadamente, la ' O cariño, que gesto tan agradable.' Ella me besó en la mejilla, caminó a la cocina y comenzó a preparar el desayuno. Y allí estaba yo parado, en el centro de la sala en donde ella me había dejado, preguntándome que fue lo que hice mal. Yo estoy seguro que nunca lo descubrí, pero se que nunca la he comprado algo similar desde entonces."

Este anfitrión de radio pobre habría podido tomar algunas lecciones del autor Gary Chapman. A través de los años, el Dr. Chapman ha aconsejado a millares de parejas casadas que intentaban restaurar el amor mutuo y afirmador que una vez conocían. De su experiencia aconsejando a estas parejas, el Dr. Chapman indica que lo nos conecta en verdad con quien se ama es un hecho simple: usted necesita saber y hablar su lengua del amor. Los idiomas del amor son las maneras primarias con las cuales experimentamos ser amados, y expresamos esa dedicación y comisión cariñosas en regreso. Aunque nuestros idiomas primarios y secundarios del amor se adquieren en temprano en la niñez, podemos aprender cómo alcanzar el corazón de nuestra pareja (o de otros) decidiendo hacerlo. No importa si usted es un esposo, un padre, un amigo, compañero de trabajo, o un miembro de la iglesia; los cinco idiomas del amor son iguales. Cada uno de nosotros tiene una lengua primaria y secundaria, que hablamos. Si alguien nos habla en una lengua foránea oara nosotros, podemos entender, pero no experimentar su intención (i.e. sentirse amado). Lo que sigue es una lista no-ordinal de los cinco idiomas completos con una explicación simple.

1. Palabras de la afirmación - recepción de elogios o cumplidos sinceros, comentarios cariñosos o considerados.
2. Regalos - recibiendo presentes, ya sea hechos, (e.g. flores) comprados o escogidos. 3.
3. Tiempo de calidad – pasar el tiempo de frente a frente; Pasar el Tiempo en una actividad mutua donde el centro de atención es el otro (un dialecto)
4. Actos del servicio - recibiendo ayuda con tareas sin ser pedida
5. Tacto físico - recibiendo caricias, abrazos o siendo tocado en las manos, la espalda o la cabeza (Esto no implica necesariamente intimidad sexual)

¿Has hablada uno o más de los antedichos idiomas a alguien que ama, y no ha conseguido la respuesta usted esperaba? ¿Perplejo, desconcertado, y con dolor, usted se ha preguntado por qué no respondió esa persona? Algo de usted pudo haber pensado, de hecho airadamente, que él o ella son tan ingratos. Bien, una explicación posible a su situación podría ser que usted no habló la lengua del amor de esa persona. Quizás si usted expresa amor en el lenguaje del amor apropiado usted recibirá una respuesta cariñosa y elogiosa. Pero, si usted pregunta, "¿cuál es su lenguaje de amor?" puede ser que Usted no consiga la respuesta que usted está buscando. La mayoría de la gente no sabe su lengua del amor. Pero aquí está una manera rápida de determinar el tuyo, es la cosa que le encoleriza cuando usted no lo recibe de alguien que usted ama, que profesa amarle.

La lección de la escuela Sabática del miércoles acentúa el amor entre el marido y la esposa según lo demostrado por Salomón y la Sulamita. Mientras que no es inicialmente evidente en el texto mismo, el trazar del autor de los capítulos 1 y 2, junto con sus versos respectivos, permite que el lector considere los cinco idiomas del amor presentes en la historia. Además, las referencias a estos cinco idiomas son no solamente evidentes, pero también comunes. A fin de no nos olvidemos, la canción de Salomón es no solamente una historia de amor que destaca a Salomón y la Sulamita, pero es en hecho una alegoría del amor de Cristo para nosotros -- su novia querida. Asi que aunque Dios nos ve colectivamente, en su totalidad una unidad corporativa, él también nos ve individualmente, y ama a cada uno de nosotros en la lengua primaria en la cual nos sentimos amados. HErmanos, Dios habla todos los Cinco idiomas del Amor - con fluidez.

La escritura dice, "Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros" (1 Juan 3:11). Este mismo mensaje se repite un total de 15 veces en el Nuevo Testamento. Jesús mismo ha dicho, "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor (Agape) los unos con los otros" (Juan 13:35). De nosotros mismos, tendemos a amar a otros como deseamos ser amados. Si usted experimenta amor con actos de servicio, usted tenderá a hacer actos de servicio para otros como expresión de su amor. Es decir, que nuestra lengua primaria de amor es, tendemos amar otros fuera de él. Todavía, Cristo nos ha llamado para amarlo supremamente, y amar unos a otros como Él nos amó.

¿Así pues, que hacemos para amarnos unos a otros? Quizás una manera descubrir la lengua de amor de la persona que usted espera alcanzar, y después elige amar al o ella en su propia lengua. Si el Espirito Santo le conduce a hacer esto, y usted está dispuesto, usted tendrá su poder para ayudarle. Y usted lo necesitará, porque hablar o expresar amor en una lengua que no sea su primaria o secundaria no es fácil. Es simple, pero no logrado fácilmente. Porque por naturaleza, somos egoístas y egocéntricos, sin embargo con Cristo yaciendo en nosotros, nos capacitan. Quizás el elegir amar de esta manera puede verter la nueva luz en el escritura, "… Que os améis Incondicionalmente unos a otros; como yo os he amado Incondicionalmente, que también os améis Incondicionalmente unos a otros" (Juan 13:34). ¿Yo voy a Él, que tal usted?

Friday, January 06, 2006

Los viejos problemas requieren viejas soluciones

Algunas de las causas principales de muerte en nuestro mundo tienden a ser enfermedades evitables. Pero, no todas las enfermedades evitables causan muerte; algunas apenas hacen nuestra vida desdicha. Podríamos enumerar una docena de enfermedades con las que tenemos que tratar en de nuestro día, directamente o indirectamente, que si nos hubiésemos cuidado nosotros mismos, nosotros u otros que conocemos, habríamos evitado. Evitando ciertos hábitos negativos y cultivando hábitos buenos podían darnos una calidad increíble de la manera de vivir. Oímos hablar artritis, la diabetes, y los niveles inadecuados del colesterol, y de la grasa en el hígado. Oímos hablar enfermedades cardíacas, hipertensión, y obesidad. Muchos intentan encontrar soluciones a estos problemas intentando cualquier cosa nuevas en el mercado: cremas, ungüentos, píldoras, drogas, hierbas, cirugías, etc. Pero, mientras que muchas de estas soluciones parecen aliviar el problema, ninguna ofrece un remedio completo y final. Además, algunos de estos remedios producen otras complicaciones, a las cuales entonces intentamos encontrar más nuevas soluciones.

Muy pocos saben que nuestras enfermedades no son nuevas, ellos han existido por la mayoría de historia de la humanidad. Estudios avanzados y sofisticados hechos en momias egipcias revelan que también sufrieron de las mismas dolencias que tenemos. De hecho, esos mismos estudios revelan que la forma de vida de los egipcios era muy similar a la nuestras. Al parecer, ningunas allí de soluciones les ayudaron a ellos. Imagínense, esas personas que fueron momificadas al morir, cuando vivas, sufrieron de artritis reumatoide, dolores de espalda, dolores de cabeza, y de colesterol alto. Tal como hoy. No me sorprende que el hombre sabio diga, "hay nada nuevo debajo del sol."

Otro problema en nuestra sociedad es el estado de nuestras familias. Considere que por años hemos estado cotizando que casi la mitad de todas las uniones matrimoniales terminan en divorcio. Sin embargo, otros problemas se están presentando: aumento en el número de parejas cohabitantes, de hogares con un solo padre (casi siempre madres), y ahora de hogares homosexuales y lesbianos. Agréguese al problema la bigamia y la poligamia. Nuestro llorar es, "¿A donde vamos a parar?" Sin embargo, las palabras de Salomón siguen siendo verdades, "no hay nada nuevo debajo del sol." Apenas lea los versos cuidadosamente citados en la lección del martes: Génesis 27:1-28:5; Ruth 1:22; 2:23; Jeremías 16:2; Óseas 1:2, 3, 6, 8; 3:1-3. Usted encontrará que en los tiempos de la Biblia existía una variedad de situaciones familiares parecida a las que hay hoy en día. El autor de los comentarios de la lección eso: Isaac y Rebeca vivieron con su hijo del adulto, Jacob, y su hermano gemelo casado, Esaú. Las viudas afligidas Noemí y Ruth, atadas juntas como madre y nuera, encontraron refugio juntas. Jeremias era soltero. Óseas crio solo a sus tres niños antes de reconciliarse a Gomer. Todavía otras familias de la Biblia incluyen a los hermanos Lazaro, Marta, y Maria, que tenía un hogar en Betania donde Jesús los visitó (Juan 11:1-3, 20); Aquila y Priscila, casado pero al parecer nunca tuvieron niños (Hechos 18:2, 18; 1 corintios 16:19); y la familia de la abuela Loida, su hija Eunice, y Timoteo el nieto, en Listra. El padre griego de Timoteo pudo haberse separado de la familia como no creyente (Hechos 16:1, 2 Timoteo 1:5; compare 1 Corintios 7:15). Dios destruyó a Sodoma y Gomorra en parte debido a homosexualidad desenfrenada. Incluso David sufrió las consecuencias de tomar esposas y concubinas cuando la ley de Dios está clara sobre la fornicacion y el adulterio. Queda claro, "nada es nuevo debajo del sol."
Muchos hoy ofrecen soluciones al estado de la unión matrimonial y de la familia en nuestra sociedad. Escriben libros, transmiten programas de radio y TV, y ofrecen seminarios. Pero lo qué ofrecen no parece trabajar. No importa cuánta nueva información existe, ninguna de ellas parece suficientemente adecuada para solucionar las crisis maritales y familiares en nuestro mundo hoy. De hecho, tal como las soluciones de la salud, algunas de las soluciones para salvar uniones matrimoniales y a familias parecen producir otras complicaciones que entonces requieran otras nuevas soluciones.

Cuando Cristo caminó en la tierra Él no ofreció ninguna nueva solución al problema marital y familial de su día. Aunque, su método para ofrecer la solución pudo haber variado, al final Él ofreció a todos los que sufren debido a su unión matrimonial o problema de la familia la misma solución – a Sí Mismo. Él amó (Ágape) y cuidó a todos. Verán, todo nuestro problema marital y familial viene a partir de un problema raíz, que es el PECADO. Y, Cristo es el único antídoto para el pecado. ¿Puede Cristo utilizar cualesquiera de estos nuevos métodos para salvar a nuestras familias o para curarnos del dolor de nuestra situación marital o de la familia? ¡Ciertamente! Sin embargo, a menos que él los prescriba no trabajarán. (La lección del martes también ofrece una advertencia digna de mencionar. Mientras que Dios puede trabajar con la situación de la casa que es menos que ideal, Él no aprobará de situaciones pecaminosas como: cohabitación, relaciones extramaritales, más de un cónyuge, y situaciones homosexuales. Es su ágape que lo conduce para no aceptar estas casas.)

A Cristo le importan las familias. De hecho, Él mismo era miembro de familia. E, incluso mientras que Él hizo frente a Su muerte Él recordó a su madre terrenal y proveyó para ella. Al pasar por nuestra propia situación debemos recordar que Dios no se ha olvidado de nosotros. Dejémoslo curar nuestras heridas y restaurarnos y nuestras familias a su ideal. Y, pues al experimentar la situación de otros, no nos olvidemos de lo que ha hecho Dios para nosotros. Compartamos con ellos sus grandes misericordias.