Friday, January 06, 2006

Los viejos problemas requieren viejas soluciones

Algunas de las causas principales de muerte en nuestro mundo tienden a ser enfermedades evitables. Pero, no todas las enfermedades evitables causan muerte; algunas apenas hacen nuestra vida desdicha. Podríamos enumerar una docena de enfermedades con las que tenemos que tratar en de nuestro día, directamente o indirectamente, que si nos hubiésemos cuidado nosotros mismos, nosotros u otros que conocemos, habríamos evitado. Evitando ciertos hábitos negativos y cultivando hábitos buenos podían darnos una calidad increíble de la manera de vivir. Oímos hablar artritis, la diabetes, y los niveles inadecuados del colesterol, y de la grasa en el hígado. Oímos hablar enfermedades cardíacas, hipertensión, y obesidad. Muchos intentan encontrar soluciones a estos problemas intentando cualquier cosa nuevas en el mercado: cremas, ungüentos, píldoras, drogas, hierbas, cirugías, etc. Pero, mientras que muchas de estas soluciones parecen aliviar el problema, ninguna ofrece un remedio completo y final. Además, algunos de estos remedios producen otras complicaciones, a las cuales entonces intentamos encontrar más nuevas soluciones.

Muy pocos saben que nuestras enfermedades no son nuevas, ellos han existido por la mayoría de historia de la humanidad. Estudios avanzados y sofisticados hechos en momias egipcias revelan que también sufrieron de las mismas dolencias que tenemos. De hecho, esos mismos estudios revelan que la forma de vida de los egipcios era muy similar a la nuestras. Al parecer, ningunas allí de soluciones les ayudaron a ellos. Imagínense, esas personas que fueron momificadas al morir, cuando vivas, sufrieron de artritis reumatoide, dolores de espalda, dolores de cabeza, y de colesterol alto. Tal como hoy. No me sorprende que el hombre sabio diga, "hay nada nuevo debajo del sol."

Otro problema en nuestra sociedad es el estado de nuestras familias. Considere que por años hemos estado cotizando que casi la mitad de todas las uniones matrimoniales terminan en divorcio. Sin embargo, otros problemas se están presentando: aumento en el número de parejas cohabitantes, de hogares con un solo padre (casi siempre madres), y ahora de hogares homosexuales y lesbianos. Agréguese al problema la bigamia y la poligamia. Nuestro llorar es, "¿A donde vamos a parar?" Sin embargo, las palabras de Salomón siguen siendo verdades, "no hay nada nuevo debajo del sol." Apenas lea los versos cuidadosamente citados en la lección del martes: Génesis 27:1-28:5; Ruth 1:22; 2:23; Jeremías 16:2; Óseas 1:2, 3, 6, 8; 3:1-3. Usted encontrará que en los tiempos de la Biblia existía una variedad de situaciones familiares parecida a las que hay hoy en día. El autor de los comentarios de la lección eso: Isaac y Rebeca vivieron con su hijo del adulto, Jacob, y su hermano gemelo casado, Esaú. Las viudas afligidas Noemí y Ruth, atadas juntas como madre y nuera, encontraron refugio juntas. Jeremias era soltero. Óseas crio solo a sus tres niños antes de reconciliarse a Gomer. Todavía otras familias de la Biblia incluyen a los hermanos Lazaro, Marta, y Maria, que tenía un hogar en Betania donde Jesús los visitó (Juan 11:1-3, 20); Aquila y Priscila, casado pero al parecer nunca tuvieron niños (Hechos 18:2, 18; 1 corintios 16:19); y la familia de la abuela Loida, su hija Eunice, y Timoteo el nieto, en Listra. El padre griego de Timoteo pudo haberse separado de la familia como no creyente (Hechos 16:1, 2 Timoteo 1:5; compare 1 Corintios 7:15). Dios destruyó a Sodoma y Gomorra en parte debido a homosexualidad desenfrenada. Incluso David sufrió las consecuencias de tomar esposas y concubinas cuando la ley de Dios está clara sobre la fornicacion y el adulterio. Queda claro, "nada es nuevo debajo del sol."
Muchos hoy ofrecen soluciones al estado de la unión matrimonial y de la familia en nuestra sociedad. Escriben libros, transmiten programas de radio y TV, y ofrecen seminarios. Pero lo qué ofrecen no parece trabajar. No importa cuánta nueva información existe, ninguna de ellas parece suficientemente adecuada para solucionar las crisis maritales y familiares en nuestro mundo hoy. De hecho, tal como las soluciones de la salud, algunas de las soluciones para salvar uniones matrimoniales y a familias parecen producir otras complicaciones que entonces requieran otras nuevas soluciones.

Cuando Cristo caminó en la tierra Él no ofreció ninguna nueva solución al problema marital y familial de su día. Aunque, su método para ofrecer la solución pudo haber variado, al final Él ofreció a todos los que sufren debido a su unión matrimonial o problema de la familia la misma solución – a Sí Mismo. Él amó (Ágape) y cuidó a todos. Verán, todo nuestro problema marital y familial viene a partir de un problema raíz, que es el PECADO. Y, Cristo es el único antídoto para el pecado. ¿Puede Cristo utilizar cualesquiera de estos nuevos métodos para salvar a nuestras familias o para curarnos del dolor de nuestra situación marital o de la familia? ¡Ciertamente! Sin embargo, a menos que él los prescriba no trabajarán. (La lección del martes también ofrece una advertencia digna de mencionar. Mientras que Dios puede trabajar con la situación de la casa que es menos que ideal, Él no aprobará de situaciones pecaminosas como: cohabitación, relaciones extramaritales, más de un cónyuge, y situaciones homosexuales. Es su ágape que lo conduce para no aceptar estas casas.)

A Cristo le importan las familias. De hecho, Él mismo era miembro de familia. E, incluso mientras que Él hizo frente a Su muerte Él recordó a su madre terrenal y proveyó para ella. Al pasar por nuestra propia situación debemos recordar que Dios no se ha olvidado de nosotros. Dejémoslo curar nuestras heridas y restaurarnos y nuestras familias a su ideal. Y, pues al experimentar la situación de otros, no nos olvidemos de lo que ha hecho Dios para nosotros. Compartamos con ellos sus grandes misericordias.

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