Friday, June 27, 2008

Qué mueve a los Milleritas

En 1844, Guillermo Miller y sus seguidores esperaban la aparición del Sumo Sacerdote celestial. A causa de su incomprensión de lo que era el santuario, ellos esperaban que esta aparición fuera la segunda venida de Cristo. Sabemos que Cristo no regresó. Sabemos del gran chasco de los Milleritas. También sabemos ahora lo que realmente ocurrió ese día. ¿Qué movió a este grupo para ir adelante con su plan de preparación para el regreso de Cristo? ¿Qué les ayudó a soportar las burlas de los demás antes y después del gran chasco?

Una respuesta sería esperanza. El tipo de esperanza de Hebreos 11:1. Para ellos existía una certeza y garantía de que Cristo volvería por ellos el 22 de octubre de 1844.

Otra respuesta es la confianza. Ellos confiaban que la palabra de Dios es la verdad. Ellos no necesitan pruebas externas para creer en la ida y vuelta de Cristo. Creían que todo lo que la Palabra de Dios dijo que sucedería, sucedería porque Dios así lo dice.

La historia de Noé muestra este tipo de confianza. Leemos en Génesis 6:8 que "Noé halló gracia ante los ojos de Jehová." Dios quería evitar que Noé formara parte de la inminente destrucción. Leemos en el Génesis 6:11 - 14,

11 Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.

12 Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.

13 Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.

14 Hazte un arca de madera de gofer


Dios le dijo a Noé lo que El estaba a punto de hacer. Por lo que ordenó a Noé a construir un arca. En el versículo 22 leemos que, "Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó". Noe escucho a Dios. Noe creyó a Dios y confío en Dios. Noé no necesito pruebas de que iba a llover, ni que el arca que podía flotar. La palabra de Dios fue suficiente para él.

Otro ejemplo es el centurión romano. Leamos en Mateo 8:5 - 13,

5 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole,

6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.

7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.

9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;

12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.

El Centurión no necesito pruebas de que Jesús, al hablar su palabra, podría curar el siervo. Su confianza en la palabra de Dios fue suficiente.

Otra respuesta a lo que movió a los Milleritas para seguir adelante en su búsqueda es el amor - ágape. Ellos lo amaban por encima de todo por lo que amaban a su retorno por encima de todo. Los que aman las cosas de este mundo por encima de Dios tampoco aman a su regreso.

Algunas personas preguntan, "¿amarías a Dios aunque no hubiese un mañana?" En otras palabras, ¿podrías amar a Dios aunque no hubiese un Segundo Advenimiento y vida eterna? La premisa de la pregunta es que no debes amar a Jesús porque quieres una recompensa. Sin embargo, no creo que esta sea la pregunta correcta. Vamos a usar el ejemplo del matrimonio para explicar. ¿Por qué te casaste con tu cónyuge? ¿Te casaste con él / ella porque querías las recompensas de la vida conyugal? ¿O fue debido a que amabas tanto que querías vivir con él / ella por el resto de sus vidas? Vamos a aplicar la misma pregunta a Dios. ¿Amas a Dios tanto que te gustaría pasar el resto de su vida con Él? Este fue el caso de los Milleritas. Y, aquellos que Le amen así al final se salvarán.

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