Thursday, June 24, 2004

Viviendo En La Tierra Como Extranjeros

Comentario A la Lección De la Escuela Sabática # 13, Trimestre # 2

Al final de la decada de los ochenta, Sting, el cantante de música Pop-Rock lanzó una canción llamada en inglés "Hombre Inglés en Nueva York" Como el título de la canción indica, la letra habla acerca de un Inglés que vive en Nueva York. A través de los años este hombre todavía continúa vistiendo como Británico, camina con un bastón, y goza de su té a las 4 de la tarde. "Soy un extranjero, yo soy un extranjero legal, yo soy un hombre Inglés en Nueva York," cita Sting a el hombre en la canción.

Como el amigo de Sting, la mayoría de los extranjeros son fáciles de identificar. Su manera de vestir, el comportamiento y el hablar separa a éstos de los nativos. Muchos extranjeros son turistas, usted puede identificarlos porque toman el tiempo de visitar y tomar retratos de lo que dan por obvio los nativos. Si usted escucha de cerca, el asunto de la conversación para los turistas y los extranjeros es diferente a los asuntos que le interesan a los locales. Los locales no hablan a menudo de su país como entidad afuera de sí mismos, ellos se refieren a él como su hogar. Por otra parte, los extranjeros y los turistas, mientras que pueden parecerse a los locales, están haciendo generalmente comparaciones entre su patria o país de origen, y la tierra que están visitando. Extrañan las vistas y los olores de su hogar. Extrañan lo familiar. Un local no entiende la dificultad de un visitante hasta que se convierten en extranjeros o visitantes una tierra extranjera. No importa cuan grande la tierra que usted visita no hay ningún lugar como su hogar.
Los cristianos somos también extranjeros. No pertenecemos en esta tierra. Estamos en el mundo, pero no somos parte de él (Juan 17: 13-16.) Hay un himno dice que solo vamos pasando. En el libro de Hebreos, dice que los que caminamos por fe deseamos un país mejor (Hebreos 11:14-16.) Los que hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador Personal, hemos renunciado a toda ciudadanía terrenal y temporal y hemos aceptado una ciudadanía divina y eterna. No podemos parar de hablar de nuestro hogar, porque aunque todavía no lo hemos visto, por Fé sabemos que es un hogar mejor de lo que este mundo puede ofrecer. ¡Esto es emocionante! Así como extranjeros terrenales no podemos parar de hablar de ello. Pues nos estamos poniendo listos para irnos y eso nos excita. Dice en Isaías 65:17-25:

17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra;(4) y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.
19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.(5)
20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.
21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.
22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos.
23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.
24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.
25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.(6).

Esto es una promesa hermosa. Y lo qué Dios promete Él cumple. En el libro de Apocalipsis, se describe la ciudad que es nuestro hogar. Es más hermosa jamás podremos soñar. No podemos incluso comenzar a imaginar su esplendor y magnificencia. Es allí adonde vamos. Es allí donde pertenecemos. Al pensar, hablar, vestir, y comportarnos ahora como los nativos en la tierra divina, armonizaremos con ellos cuando finalmente lleguemos allí. Tal como los extranjero desean ir a casa, así también nosotros deseamos ir a casa. Cuanto mayor es el deseo de ir, es más lo hablamos de esto. Es por eso que a otros aparecemos como extranjeros en esta tierra. El ir a casa es emocionante cuando Esos que amamos nos están esperando nuestra llegada con impaciencia. Esa clase de entusiasmo es contagiosa. Es tan contagiosa, ese algunos nativos terrenales, percibiendo nuestra emoción, desearán saber sobre nuestro hogar, y el amor de los que estén allí. Quizás desearán también ir con usted.

¿No dejará que otros se contagien con su amor y entusiasmo? ¿No los dejará verlos extrañar el cielo y Esos que allí nos aman? ¿Pueden los nativos incluso ser capaz de mirarle y de decir, "él no es de estos derredores," o está que usted tan bien mezclado con los nativos que ya no puede distinguirse de ellos?

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