Friday, September 24, 2004

El mundo: ¿Odíelo o ámelo?

El comentario de la lección de la Escuela Sabática

Las palabras y sus varios significados me son muy interesantes. Siempre me han cautivado y me place trazar su uso en idiomas diversos. Es sorprendente ver cómo las palabras significan algo para un grupo de gente y de algo enteramente diferente para otro grupo. Recibimos una perspectiva muy diferente de una palabra cuando descubrimos su significado original, así como las maneras de las cuales ese significado ha cambiado. Igual va para traducir palabras o frases a partir de una lengua a otra. Las personas que conocen un solo idioma expresan a menudo sorpresa cuando una palabra en su idioma suena como una palabra extranjera, pero tiene un significado totalmente diferente. A veces las palabras y las frases en una lengua no pueden traducir a otra lengua fácilmente, así que una nueva palabra debe ser acuñada. Es tan fácil pensar que entendemos una palabra en nuestra propia lengua, después de todo, la utilizamos con frecuencia. Pero, si con un poco de curiosidad, vamos hacia atrás, y remontamos la palabra a su lengua original, podemos descubrir un significado más profundo que nos eludió hasta ahora. Por eso estoy tan agradecido por los diccionarios, y particularmente agradecido a Dios por los diccionarios en Hebreos y Griego. Sin ellos, mi entendimiento estaría perdido. Estos diccionarios vierten la luz en un cuadro totalmente diferente de los requisitos de Dios para nosotros. Tomemos la palabra obediencia, por ejemplo. En el español la traducimos: haga lo que le digan. En el Hebreo, la palabra que tradujimos a obediencia significa escuchar de cerca y atentamente -- para oír, con intenciones de hacer. Es decir que Dios no quiere que simplemente tomemos acción, Él quisiera que le conociéramos, que conozcamos su voz, y en el proceso, entender lo que Él quisiera que lográramos en Su poder.

La lección de esta semana presenta una situación similar con la palabra: Mundo. A primer vistazo, parece que la Biblia se contradice. En 1 Juan y en Romanos, parece que están diciendo que odiemos al mundo (1 Juan 2:15; Romanos12:2). Más adelante que nos dice que Dios amó el mundo (Juan 3:16; 2 Corintios 5:18,19) y que por eso es qué Él envió a su Hijo. ¡La contradicción parece ser evidente! En Mateo 28, nos dice que Dios incluso nos comisiona a salir al mundo. ¿Qué debemos creer? Algunos dicen que Juan 17:14 - 18 explica la paradoja, pero para alguien no versado en la Escritura, este texto apenas parece proporcionar más confusión. Leamos Juan 17:14-18:

Juan 17
14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.

Este texto da la impresión que debemos estar en el mundo pero no ser del mundo. De alguien nuevo en la vida cristiana, viene la pregunta, "¿cómo puedo estar en algo, pero no ser parte de ello?” "¿Después de todo, si usted está en algo, no se le pega algo a usted?” “¿Así pues, cómo podría yo estar dentro de algo – sin estarlo?" “O estoy o en algo, o no lo estoy -- verdad?” El nuevo testamento fue escrito en Griego, al buscar la definición de la palabra -- "mundo," en una concordancia. Al examinar la palabra -- "Kosmos," de la cuál conseguimos nuestra palabra "cosmos," tiene varios significados, y es revelada como la palabra que estamos buscando. Para determinar cual significado está correcto para el pasaje en cuestión, debemos determinar el contexto de ese pasaje.

Para la mente Hebrea, la palabra Kosmos puede significar varias cosas, algunas de las cuales son: los habitantes de la tierra, hombres, la familia humana; la multitud pecadora; la masa entera de los hombres enajenados de Dios, y por lo tanto hostil a la causa de Cristo. Podría también significar: asuntos mundanos, el agregado de las cosas terrenales; el círculo entero de mercancías terrenales; de dones, de riquezas, de ventajas, de placeres, y otras cosas similares; qué aunque son huecos, frágiles y efímeros, revuelven en deseo, lo seducen a alejarse de Dios y son obstáculos a la causa de Cristo; cualquier colección agregada o general de detalles de cualquier clase. En resumen, la palabra -- el "mundo," puede referir al Pecado o al Pecador. Quizás el la Hermana White vierte una poco más de luz:

Los seguidores de Cristo han de estar separados del mundo en principios e intereses, pero no deben aislarse del mundo (E. G. White Notes, página 92).

Al menos para esos que estábamos deslumbrados, conseguimos despejar eso. El "mundo," utilizado en el contexto de este pasaje está refiriéndose a las costumbres, a las tradiciones y a las expectativas de la humanidad pecaminosa. Los Apóstoles, con la ayuda del Espíritu Santo, nos dicen que no debemos ser como los habitantes pecaminosos del mundo, preocupándose, preocupándonos por los cuidados de esta vida, porque su ancla esta fuera de la palabra (Mateo 6:25-33; Mateo 13:3, 22, 23). Si estos consejos parecen una hazaña imposible, recuerde que Cristo pidió solamente que lo para escucháramos de cerca, con la buena intención de oír, y de hacer. Cuando estamos en Cristo, nada es imposible, porque todas las cosas le son posibles al que crea, y habita en Jesús (Marcos 10:27; Juan 1:3-5; Filipenses 4:13).

Se dice que Dios odia el Pecado, pero ama el Pecador. Cuando estamos en Cristo produciremos también el fruto del Espíritu Santo, amaremos incondicionalmente --ágape -- al Pecador y odiaremos el pecado. Usted no puede admirar ambos, el Pecador y el pecado, y posee el amor de Dios. Cuando no hay amor o pasión para el último destino eterno del pecador, hay indiscutiblemente, amor para el pecado. Pero, cuando Dios coloca en nuestros corazones, su amor – ágape--, y carga apasionada para la salvación del pecador --- odiaremos el pecado; y -- amaremos a nuestro hermano hasta la muerte. Por la causa de Cristo, estemos dispuestos a permitir que Dios haga este trabajo en nosotros.

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