Friday, May 14, 2004

El Testimonio De La Fe

Comentarios Sobre Las Lecciones de Escuela Sabática 2do Trimestre 2004: #7

Hay momentos en que necesitamos prestar atención más cerca al contexto histórico de un acontecimiento para entenderlo mejor. Creo que éste es uno de esos momentos. La manera en la cual los Asirios hablan de Dios es alarmente. Elena G. De White dice que si los Judíos y los Israelitas se hubiesen mantenido fiel a Dios, nada de esto habría sucedido. En los días de Ezechías, se creía que existían muchos dioses. Creían ellos que cada nación tenía su propio dios al que adoraban y servían. También creían que algunos dioses eran más poderosos que otros. Esto se demostraba através de quién ganaba más guerras y conquistaba al resto de las naciones. Los Asirios pensaban que tenían los dioses más poderoso en los días de Ezechías. Puesto que Asiria era la nación más poderosa en su día, y los Judíos les pagaban tributo, los Asirios pensaban que sus idolos de madera eran más poderoso que el Dios vivo. Para Ezechías la verdad era diferente. Leemos en Isaías 37:16-20:

16 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios sobre todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.
17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira: y oye todas las palabras de Sennachêrib, el cual ha enviado á blasfemar al Dios viviente.
18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas,
19 Y entregaron los dioses de ellos al fuego: porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, leño y piedra: por eso los deshicieron.
20 Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová.


Esta es una oración inspirante. En el verso 19 Ezechías dice que el resto de los dioses no eran dioses, pero obras del trabajo de las manos del hombre. Esta verdad era evidente a todos los que eran fieles a Dios. Pero, a los que habían apostatado esta verdad permanecía encubierta. Fue esta la razón que los Asirios se sentían que tenían la libertad de insultar y blasfemar contra Dios. Ellos desafiaron a Dios y Dios tomó el desafío. Y encontramos los resultados en Isaías.

A diferencia de su padre Achaz, Ezechías era un rey fiel. Él se sometió a Dios y reformó lo que quedaba de la nación. Él condujo a gente a adorar a Dios de nuevo. Enfrentado con la amenaza de una invasión por los Asirios, él decidió confiar en Dios. Él fortificó las paredes de la ciudad. Él armó a hombres para la guerra. Entonces los animó diciendo:

2 Crónicas 37:7 Esforzaos y confortaos; no temáis, ni hayáis miedo del rey de Asiria, ni de toda su multitud que con él viene; porque más son con nosotros que con él.
2 Crónicas 37:8 Con él es el brazo de carne, mas con nosotros Jehová nuestro Dios para ayudarnos, y pelear nuestras batallas. Y afirmóse el pueblo sobre las palabras de Ezechîas rey de Judá.


Ezechías ayunó y oró. Él puso la carta de Sennacherib sobre el altar y oró más. La fe de Ezechías inspiró al pueblo a confiar y tener fe en Dios. En el principio vemos a rey de Sennacherib de Assyria el de imitación y el reírse de la fe de Ezechías en dios. Pero después de humillante manera en que Dios derrota a Sennacherib, él no intentó conquistar a Judá otra vez. Dios le demostró a toda la gente en los días de Ezechías, que Él era el Dios más poderoso.

Cada vez que seguimos los consejos del mundo le decimos al mundo, “tus dioses son más poderosos.” Cada vez que hacemos las cosas como el mundo las hace le decimos al mundo, “ tus dioses son más poderosos. ¿Cómo hacemos esto? Cuando demandamos ya sea por divorcio o por cualquier otra cosa, cuando nos endeudamos innecesariamente, cuando utilizamos técnicas mundanas de comercialización, cuando seguimos consejos mundanos de la salud, cuando intentamos conseguir trabajo de la manera en que la gente del mundo lo hace, y cuando llevamos nuestras relaciones la manera en que el mundo lo hace. Por el contrario, le decimos el mundo, “Mi Dios es Todo Poderoso,” cuando oramos sobre nuestra circunstancia y esperamos a Dios para la solución. Entonces después de que Dios nos da la solución le damos a Él la gloria. Hacemos esto cuando descubrimos cuál es la voluntad de Dios; entonces la hacemos en al manera de Dios y en su tiempo. Esto incluye los detalles de menor importancia de nuestras vidas. Hay quien se ría acerca de la oración para que qué cereal comer. ¿Pero acaso Dios no conoce nuestro cuerpo mejor que nosotros? Hay quien considere escandaloso orar a Dios para que Él elija a nuestra pareja. ¿Pero acaso Dios, quien nos conoce mejor, no sabría quién sería el complemento perfecto para nosotros? ¿Qué tal el permitir que Dios nos dirija en la elección de nuestra carrera profesional? ¿ Qué tal el permitir que Dios nos dirija en qué, cuando y cómo compramos? Hay quien se ría de mi amigo que ora a Dios por dirección en cuanto a qué ropa comprar. Pero, él es uno de los hombres mejor vestidos que he conozco.

Cuando somos fieles a Dios, el Rabshakehâ de nuestro mundo puede asustarnos o sacudir nuestra fe, pero tenemos asegurada la victoria en Jesús. ¿Quiénes son estos Rabshakehâ de nuestro mundo? No son solamente naciones, pero también: oficinas gubernamentales, corporaciones, iglesias, hospitales, escuelas, bancos, empresas de servicio público, y servicios de telecomunicación. Son grandes y de muchos recursos, y nos dicen que las cosas se hacen a su manera o usted nunca logrará nada más en su vida. Le dicen que a menos que usted consienta usted nunca jamás podrá comprar, tomar prestados, conducir o adorar otra vez. Usted sabe que son capaces de cumplir su amenaza, porque usted a oído muchas historias de otras personas que han sufrido las consecuencias. Usted conoce a gente que le ha contado la historia de horror por la que pasaron. En su desesperación usted clama a Dios, que ponga su petición en el altar, y ruega para que lo libere. Si el Dios de Ezechías y los Judíos los liberó de los Asirios seguramente él puede liberarle de la prueba o ayudarle con ella. ¿A quien le creerá: al Rabshakehâ de nuestro tiempo o a Dios?

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