Friday, November 02, 2007

Aprendiendo de Dios en Condiciones Difíciles

La parábola del hijo pródigo nos cuenta de un malvado y prodigo hijo de un granjero, que después de gastar su herencia en una vida licenciosa termina trabajando para otra persona teniendo que cuidar animales, que eran una abominación para él. Este joven fue de favorecido a ser menos que los animales que cuidaba. El hijo pródigo recordó lo bien que él estaba en su casa. El recordó lo mucho que su padre lo amaba. El recordó que los sirvientes en la casa de su padre vivían mejor que él. Él ahora añoraba a su hogar. El deseaba esas cosas que solía tener. Y él pensó, "voy a volver a casa, y pedir perdón a mi padre. Quizá tenga misericordia de mí, y me acepte como uno de sus sirvientes.” Sin sus penurias el hijo pródigo nunca hubiera aprendido su lección. El aprendió a apreciar lo que él tenía antes: el amor y la atención de su padre. He aprendió de primera mano el viejo dicho que dice, "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde." En definitivo, el hijo prodigo aprendió que podía confiar y depender de su padre.

Parece ser que Dios puso a Gomer en una situación similar. Sabemos que después de casarse con Oseas regresó a su vida pecaminosa. Y, parece ser que a principio ella se benefició inmensamente. Pero, Dios tenía planes para regresarla a Oseas. Leamos a Oseas en el capítulo dos lo que Dios hizo. En el versículo dos y tres Dios pide a la gente que la contengan no vaya ser que Él, “… la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed." Dios añade en los Versículo 6 y 7, "6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará... "Dios continúa con su plan sobre los versículos 8 a través de 12,

Oseas 2:8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.
Oseas 2:9 Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.
Oseas 2:10 Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.
Oseas 2:11 Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.
Oseas 2:12 Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.

Al final, ella "... dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora " Oseas 2:7. Dios hizo que fuera difícil para ella tener éxito en su vida de prostitución. Ella tuvo que admitir que ella estaba mejor con Oseas. Reconoció que Oseas realmente la quería, ya que después de todo que ella le hizo a él, Oseas la compró de vuelta y la trajo de nuevo a él. Se dice que ella permaneció con él durante el resto de su vida. Así supo que podía confiar y depender del esposo que Dios le dio. Por otra parte, aprendió que podría confiar y depender de Dios.

Así como el hijo pródigo, sin las penurias ella nunca habría reconocido lo bien que estaba antes. Ella no sabía lo que tenía hasta que lo perdió. Al igual que el hijo pródigo, ella se enteró de que sus propios esfuerzos no fueron suficientes para darle lo que solo Dios podía.

El apóstol Pablo aprendió esta lección. A su juicio, él creyó que es mejor estar con Dios, independientemente de la tribulación, que no estar con Dios en absoluto. El sabía que sin las penurias, Él nunca habría experimentado la bondad de Dios. Sí, podría haber sido fácil para Pablo dudar de la providencia de Dios, cuando las tribulaciones y la persecución continuó después de su conversión. Pero, Pablo entendió que Dios tenía un propósito para el juicio. Como se lee en 2 Corintios 1: 8-9,

2 Corintios 1: 8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.
2 Corintios 1: 9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;

Pablo vio el amor y la misericordia de Dios aún en todas las cosas que pasaron. Al parecer, no podía imaginar no tener eso en su vida.

¿Puede decirse lo mismo de nosotros? Sin las dificultades en las que Dios nos pone a nosotros no sabríamos acerca de la bondad y la misericordia de Dios. El calor de las pruebas y tribulaciones de Dios es la forma de Él demostrar que se preocupa por nosotros. Es su manera de disciplinarnos. Puede que no comprendamos Su providencia ahora, pero como dice Pablo, "Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios...""Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido"(1 Corintios 4:5, 1 Corintios 13:12). Con el tiempo se verá que las condiciones difíciles de vida en la que Dios nos puso fue lo mejor que podría suceder.

Raul Diaz

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