Friday, April 16, 2010

Ejercitando la fe

Ejercitando la fe

Cuando era un niño, uno de mis amigos se trepo a un árbol. A la
bajada se deslizó cayó sobre el terreno. Cuando hizo impacto el dejo
salir un grito que mostró su dolor. Inmediatamente gritó, "rompí mi
hueso". Yo entonces pregunte, “Como lo sabe?” Mis otros amigos me
miraron y dijeron: "cuando te sucede sabrás."

Años más tarde, corroboré esta declaración. Yo me deslizó sobre un
parche de hielo. Perdí el equilibrio y mi rodilla derechos cayeron
sobre la acera de concreto. El dolor era insoportable. Y supe que me
había fracturado mi rodilla. Los paramédicos no me creyeron. Sin
embargo, las radiografías lo confirmaron. Se de personalmente el
proceso descrito en la lección de lunes,

Los que se rompieron un hueso o tuvieron un esguince en una
articulación experimentaron la inmovilización para que se sanara. Se
usan vendajes, entablillados con yeso, y hasta agujas quirúrgicas para
estabilizar una articulación herida o un miembro fracturado. Como
resultado de la inmovilización, los músculos de esa área no se usan y,
con ello, se atrofian, debilitan y enflaquecen. Cuando se completa la
curación del hueso o de la articulación, el movimiento comienza a
retomar y, con el uso persistente y el ejercicio, el músculo recupera
la fuerza.

Cuando eliminaron el yeso, mi pierna y muslo carecía de forma. Pero,
como comencé a ejercer mi pierna volvió a su forma original. Esto
habla de la importancia de la actividad física. La lección cita la
siguiente de la Hermana White aborda este tema,

"La acción constituye una ley de nuestro ser. Cada órgano del cuerpo
tiene su función señalada, de cuyo desempeño depende el desarrollo y
la fuerza de aquel. El funcionamiento normal de todos los órganos da
fuerza y vigor, mientras que la tendencia a la inacción conduce al
decaimiento y a la muerte. Inmovilícese un brazo, siquiera por algunas
semanas, suélteselo después, y se verá cuánto más débil resulta que el
otro que siguió trabajando con moderación durante el mismo tiempo.
Igual efecto produce la inacción en todo el sistema muscular" (MC 181,
182).

Nuestra lección continúa diciendo que como lo es con el cuerpo es con fe,

"Si la fe no se ejercita, se debilita. Se limitan los movimientos y
las acciones vitales de los miembros del cuerpo de fe. Aunque la fe es
un don, si no se la ejercita, ni hacemos elecciones basadas en ella,
si no reclamamos por fe las promesas de Dios, si no estamos dispuestos
a correr riesgos basados en la fe, si no la ejercitamos hasta caer de
rodillas en sumisión y humildad, entonces estamos en peligro de
perderla."

Ellen White aborda este tema también,

"El único modo de crecer en la gracia es hacer desinteresadamente la
obra que Cristo ha puesto en nuestras manos: ocuparnos, en la medida
de nuestra capacidad, en ayudar y beneficiar a los que necesitan la
ayuda que podemos darles. La fuerza se desarrolla con el ejercicio; la
actividad es la misma condición de la vida. Los que se esfuerzan por
mantener una vida cristiana aceptando pasivamente las bendiciones que
vienen por la gracia, sin hacer nada por Cristo, procuran simplemente
vivir comiendo sin trabajar. Pero el resultado de esto, tanto en el
mundo espiritual como en el temporal, es siempre la degeneración y
decadencia. El hombre que rehusara ejercitar sus miembros pronto
perdería todo el poder de usarlos. También, el cristiano que no
ejercita las facultades que Dios le ha dado no solamente dejará de
crecer en Cristo, sino también perderá la fuerza que tenía" (CC 80).

Esto es algo trágico por que Como dice nuestra lección," La fe es uno
de los dones más preciosos dados por Dios. Solo los que sabemos cómo
es vivir en el mundo sin fe, sin Dios, sin la esperanza en sus
promesas, pueden decir cuán maravilloso y precioso es realmente ese
don.

Sabemos que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios
(Romans10:17). Sólo aquellos que han oído (y continúan oyendo) la
palabra, la creen y confían en ella, saben qué en un don precioso.
Porque ellos saben lo que es vivir sin ella. Este proceso es similar
a ver a Jesús. Quienes lo han visto cambian para siempre, no querer
volver atrás. Así son los que son los que oyen Su Palabra, la creen y
confían en ella. Son éstos las que ejercen la fe que se les da. Oyen
la Palabra de Dios y confían que a Palabra hará lo que dice que hará
(promete hacer) y esperan que la Palabra lo haga y dependen en la
Palabra para hacerlo. Lo que no es de la fe es pecado (Romanos 14:
23). Así, que cualquier movimiento que hacen es porque la palabra lo
ha dicho. Ellos se dan cuenta que la Fe es un regalo (don) precioso,
y se esfuerzan para no hacer nada que lo empañe. Su mayor motivación
es Agradarle a Dios, y saben que sin Fe es imposible complacer a él
(Hebreos 11:6). Al igual que nos complace cuando alguien utiliza un
regalo que le damos a ellos, Dios se complace cuando usamos los dones
que él nos da a nosotros.

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Raul Diaz
www.wolfsoath.com

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